BIENVENIDOS

POR RAZONES AJENAS A MÍ Y POR CAMBIOS EN LA POLÍTICA DE PRIVACIDAD DE BLOGGER ,MI OBRA POÉTICA "DECLARACIÓN" HA SIDO CENSURADA Y VETADA UNILATERALMENTE POR EL ADMINISTRADOR DE ESTE SITIO. MI POEMA PUEDE SER LEÍDO EN :http://www.poesiasolidariadelmundo.com/2015/02/declaracion.html?spref=fb O EN http://www.mundopalabras.es/poesia/declaracion-2/

POR CONSIDERAR QUE LAS ÚLTIMAS DISPOSICIONES DE GOOGLE EN BLOGGER PARA CENSURAR LA PUBLICACIÓN DE CONTENIDOS EN LOS BLOGS ,ATENTAN CONTRA LOS MÁS ELEMENTALES DERECHOS CIUDADANOS COMO LA LIBERTAD DE OPINIÓN,DE EXPRESIÓN Y DE CONCIENCIA, ME PERMITO INFORMAR QUE ESTÁ ES LA ÚLTIMA PUBLICACIÓN DE MI OBRA EN ESTE ESPACIO VIRTUAL.Uno de mis nuevos blogs en donde pueden encontrar mis obras es:http://elreinodeldragon.blogdiario.com/1427218723/
y en https://elreinodeldragon.wordpress.com/author/jorlineya64/
MUCHAS GRACIAS A TODOS MIS LECTORES..QUIENES DESEEN CONTACTARME PUEDEN HACERLO EN EL SIGUIENTE CORREO:

JORGE LINEYA(aestrel20@gmail.com)

BLOOGER INSISTE EN CENSURAR EL TEXTO DE MI POEMA "DECLARACIÓN" A SABER LOS VERSOS:10,18,23,25,26 y 44 DE MI OBRA.EL ÚNICO CAMBIO QUE YO LE PUEDO HACER A CUALQUIERA DE MIS OBRAS ES EL QUE NAZCA DEL ERROR,BUSCANDO CORREGIRLO (SEA UN ERROR GRAMATICAL O DE SINTAXIS POR EJEMPLO ) DE LO CONTRARIO TODO SE QUEDA COMO ESTÁ.Y EN ESTE CASO ..TODO SE QUEDA COMO ESTÁ.Si mis publicaciones aquí se ven mal presentadas o defectuosas no es mi responsabilidad tampoco yo sé porque está pasando eso.

BIBLIOGRAFÍA DEL AUTOR:

Como autor mi seudónimo es Jorge Lineya: el apellido Lineya es una suerte de anagrama del nombre de mi desaparecida compañera Anyeli q.e.p.d ( 1966-1998) quien me apoyó en vida en mis inclinaciones literarias mecanografiando muchas de ellas y a quien le quise hacer un homenaje dejándola hacer parte de mí, como escritor.Como autor mi obra narrativa ha sido publicada en medios virtuales como la Revista Axxón ciencia ficción(http://axxon.com.ar/ en Argentina) ,donde se me publicó inicialmente como resultado de un concurso literario promovido por esta revista y cuyo premio era la publicación de las obras seleccionadas por el Consejo Editorial de la misma, siendo así como noviembre 2009 se publicó allí, mi obra GRAFFITI en su número 201.Posteriormente como colaboraciones en esta misma publicación han aparecido mis obras en las siguientes ediciones : en noviembre de 2009 LA ORDEN (MICRO) número 202; EL MINOTAURO(MICRO) en 2010 , número 204; EL REBELDE y GATO (MICROS) en octubre de 2010, en el número 211; NEMÉSIS (CUENTO) en agosto de 2012 en el número 233 ; y en septiembre de 2012 COSTUMBRE(CUENTO) en su número 234.Soy parte también en Argentina de un publicación llamada “TRIPLE C Cofradía del cuento corto (http://triple-c.ning.com/) donde los autores auto-publicamos y nos sometemos al escrutinio de los cofrades. En este blog he publicado: 29 poemas y 26 obras narrativas entre cuentos, relatos y micros.

Recientemente en febrero de 2014 se me ha publicado en la revista COSMOCÁPSULA(http://cosmocapsula.com/ en Santiago de Cali) donde mi obra "El aprendiz" hace el debut de mi narrativa en territorio colombiano(aunque sea virtual),en un espacio ajeno a mí.

Tengo una novela (COMUNIÓN) sobre mis experiencias en mi vida militar durante la prestación del servicio obligatorio.Soy nacido en Cali,Colombia.Las publicaciones en físico de mi obra se han dado así: en El Premio Algazara convocado por la Editorial Hipalage en España en 2010 , se escogió el micro “Graffiti” (de entre 878 textos que llegaron) para publicarlo en un libro con el título “Cuentos Alígeros” con otros 326 seleccionados. Este mismo micro ganó en 2013 un nuevo premio de publicación en físico en e l concurso Porciones del Alma” de la editorial(¿) Diversidad Literaria también en España(¿).Tengo en mi haber, un total de sesenta(60) obras registradas en la Dirección Nacional de Derechos de Autor de Colombia,entre narrativa,poesía y prosa.

Mi obra poética por su parte ha tenido acogida igualmente en España en la página "POESÍA SOLIDARIA DEL MUNDO" (http://www.poesiasolidariadelmundo.com/) que dirige en buena hora, FERNANDO SABIDO SÁNCHÉZ.

Escribo para ser leído ,no para ser aplaudido.Muchas gracias por su lectura.














lunes, 10 de octubre de 2011

LA FAMA HECTOR LAVOE

PALESTINA EN LA ENCRUCIJADA DEL PODER DE LA RAZÓN O LA RAZÓN DEL PODER




El pueblo palestino a través del Presidente de la Autoridad Nacional Palestina(ANP) Mahmud Abbás, ha solicitado a la Organización de Naciones Unidas, su reconocimiento como Estado es decir, la existencia jurídico-política de  esa nación para empezar a ser parte formalmente de la llamada Comunidad Internacional, con la dignidad que necesitan y se merecen como cualquier  pueblo, algo a lo que tienen derecho y que en sí mismo no es cualquier derecho, sino uno  fundamental y por tanto un derecho humano que como tal  ni se ruega, ni  se mendiga, sino que se exige y se hace respetar ante cualquier autoridad del mundo civilizado porque su reconocimiento está establecido en normas internacionales mediante pactos, convenios  o tratados entre los Estados. Pero es precisamente el concepto de lo que es  derecho lo que me lleva a esta reflexión, inicialmente.

A cualquier estudiante en  cualquier Facultad  de Derecho universitaria del mundo se le enseña un concepto básico que atraviesa y sostiene el orden jurídico de cualquier país u organización de países y es este: El derecho no es, en teoría, otra cosa que la sistematización normativa de la razón, de la lógica y la racionalidad humanas, para resolver objetivamente los conflictos que se puedan suscitar en una sociedad, evitando el caos que nace de la imposición irracional, unilateral  y casi siempre violenta de la arbitrariedad, el capricho, y las opiniones subjetivas de los individuos( materializada en la justicia por mano propia, aquello que en derecho llamamos las vías de hecho). Así que el derecho entendido como sistema jurídico, es en síntesis el poder de  la razón, o sea el poder de la lógica, el sentido común, de la sensatez (lo que los romanos llamaron la “jurisprudentia”), expresados orgánicamente  en  normas y leyes de obligatorio cumplimiento: Tan obligatorias que de no obedecerse  tales normas o leyes “el” o “los” individuos infractores de las mismas, se verán abocados  a ser castigados según la naturaleza de la ley que infrinjan, así como  quien las cumple recibirá los beneficios de tal cumplimiento.

En el Derecho Interno (el que aplica cada país a los individuos que lo habitan) y en el  Derecho Internacional (el que aplica una comunidad de naciones, jurídica y políticamente constituidas, a cada  Estado-miembro como individuo) se supone que el anterior principio  debe sustentar el orden jurídico, entendido como conjunto de leyes sistematizadas que lo rigen. Pero en la practica en el mundo real, en nuestro mundo moderno tan loable principio del PODER DE LA RAZÓN, no deja de ser más que una declaración de muy buena factura y muy bien intencionada filosofía que sirve para vendernos la idea a la mayoría, de que la justicia representada por la idealísima figura de la Temis griega,convenientemente ciega pero no sorda, ni manca  a la hora de medir a todos los hombres por igual en su balanza(de manera objetiva), sin hacer distinciones odiosas   según quienes sean o lo que sean(en el mundo del Olimpo la verdad eso nunca paso sino que lo diga Sócrates   y en el mundo de Cristo y Mahoma, pasa menos).

Cualquiera que lea este artículo si mira a su alrededor en su país se dará  perfecta cuenta que la ley y derecho (o sea el Derecho Interno) pueden ser sinónimos de muchas cosas menos de justicia, por que cuando la justicia  la aplican hombres(hablo en términos de especie y no de género), nada hay más corrupto que ellos  teniendo el poder de decidir, administrando la ley: Hombres estos que están poco interesados  en seguir los pasos de Temis, y terminan inclinando siempre la balanza a favor del más fuerte contra el más débil, cuando “hacen justicia”. En el derecho internacional la cosa no cambia y si cambia no es para mejorar.

La ONU, la OEA, LA OTAN  creadas para funcionar en ciertos casos como las TEMIS del mundo  terminan siendo  meras mandaderas o cohonestadoras de las conductas inaceptables de algunos de sus Estados miembros (los más poderosos obviamente), que aunque no tienen la razón, sí tienen y les sobra el poder  suficiente para imponer su razón o sus razones  y así invertir el sentido del derecho que entonces resulta no será el poder de la razón, sino la razón del  poder  y punto: razón que  como tal no tiene que ser “razonable” y mucho menos justa o legal.

Parar sustentar lo anterior veamos la historia: Estados Unidos viola todos los derechos humanos a sus prisioneros de guerra actualmente en Abu Grahib y en Guantánamo (lo dicen varias ONG) como lo hizo en otros momentos del siglo pasado, pero se la pasa certificando a otras naciones,  exigiendo  el respeto a esos derechos a sus gobiernos. Igualmente ha invadido, ocupado, declarado guerras en nombre de la democracia, la detención de la temida expansión comunista, la lucha contra el terrorismo o simplemente por la legítima defensa de sus intereses cualesquiera que estos sean: acciones estas desarrolladas  unilateralmente y desoyendo inclusive resoluciones de la ONU, el criterio de países amigos, o la normatividad de la OEA: la invasión a Bahía Cochinos(aunque fallida), la invasión de Grenada, y  la de Panamá,  la ultima invasión    a  Afganistán, así como  las guerras   de Vietnam,  la segunda   contra Irak, hablan de eso. Pero igual los EE.UU. se la pasan exigiendo el cumplimiento de las leyes internacionales a otros países que parecen carecer del derecho que ellos  se tienen permitido, de manera exclusiva y excluyente,  para  violar las normas y el orden jurídico internacional como y cuando les parezca sin recibir ninguna sanción por ello. Israel no es muy diferente de su  maestro norteño: las permanentes agresiones del Estado Israelí al pueblo palestino y a su Autoridad lo demuestran. A esa particular conducta los Estados Unidos y sus complacientes aliados y amigos (entre ellos mi país) le llaman PRAGMATISMO, lo cual no es otra cosa que un refrito filosófico  que hace  actuar a las personas y Estados que lo profesan de la forma  útil y necesaria, sin preocuparse de  si esa forma  es la éticamente debida. Antes se llamaba a tal pensamiento maquiavelismo: maquiavelismo que no pocas veces toma visos de Fascismo cuando se piensa que es "el fin el que justifica los medios". Y   a esto a lo que se enfrentan Mahmud Abbás y su pueblo: al cinismo y a la hipocresía más degradantes y sistemáticas posibles de nuestros días, algo de lo que los pueblos ya se están cansando, según se ve cundir en el mundo protestas contra el Sistema en su conjunto (político, económico, legal) más que contra los gobiernos (aunque la prensa diga lo contrario): las protestas, donde se den, muestran falta de credibilidad de los  pueblos en las instancias y procesos legales propios, o internacionales, para lograr los cambios que se requieren en una sociedad. Palestina todavía no se cansa del Sistema, cree tanto en él que recurre a la ONU, pero también se puede hartar a larga de su inutilidad.

Los Estados unidos han exigido a Palestina, que negocié primero la paz con Israel, lo que se traduce  en pedirle al pueblo ocupado e invadido, que negocié  el reconocimiento  y respeto de sus derechos con su invasor u ocupante y no sé qué tan razonable sea ello,  ¿pero qué tal  si eso se le hubiese pedido digamos a cualquier ciudadano de la Francia o la Polonia ocupadas por los Nazis en la Segunda Guerra mundial? ¿Y si tal ciudadano fuera judío y como tal  parte de un mero pueblo sin suelo ni Estado propios, como lo  fuera Israel alguna vez, que tan justa sería tal exigencia?

El futuro de Palestina en la ONU no es muy halagüeño pero puede suceder que los pueblos del mundo (no los Estados)podamos hacernos oír con Palestina y dejemos claro que de lo que sentimos y pensamos ni la ONU, ni la OTAN, ni la OEA, ni nuestros gobiernos saben nada y que por tanto no nos representan siempre. Para ello hay medios: medios pacíficos pero contundentes. Pero de eso ya hablaré. No estoy defendiendo una causa: defiendo un derecho. Si yo hubiese existido como ciudadano en los tiempos del último éxodo israelí, hacia la última Tierra Prometida, terminada la oprobiosa y brutal Segunda Guerra Mundial, hubiese sido un defensor de su  reclamo de  tierra y derechos. Hoy Palestina es lo que ayer fue Israel. Y yo estoy hoy con Palestina.

Jorge Lineya


miércoles, 5 de octubre de 2011

CABALLO NEGRO




“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.
¿Que dios detrás de Dios la trama empieza
de polvo y tiempo y sueño y agonías?”
Jorge Luis Borges


Apareció  como caído del cielo, relinchando  en pleno centro de la plaza principal  de Blancos Rosales un lunes, día de mercado, cuando la gente atesta como hormigas todos los sitios públicos desde temprano: era bello, negro, majestuoso e imponente como si fuera la propiedad de un mandamás o de un hacendado, eso fue lo primero que notaron los peones que se tropezaron con él y quisieron apropiárselo y hacerlo andar, luego de asegurarse de que no le pertenecía a nadie de ahí, pero de ellos no se dejó tocar ni las  crines, defendiéndose a coces contra cualquier peregrino intento de acercamiento. El gamonal del pueblo, quien estaba entre el tropel de curiosos  que se arremolinó para verlo y que  conocía de la crianza de equinos, fue el único que pudo controlarlo y se atrevió a llevárselo para probarlo en los predios de su finca: la ambladura no le sirvió para exhibición (por los aires algo toscos de su paso) y adiestrarlo le  resultó un imposible. Tenía el paso, el trote, el galope  y la forma de saltar más extrañas que hubiera conocido, según dijo, y terminó regalándoselo a quien lo quisiera a cambio de un “Dios se lo pague”.

El nuevo dueño quiso foguearlo pastoreando vacas, pero el animal no se dejaba  colocar ni los arreos y mucho menos montar, así que el hombre renunció a más pruebas de vaquería inútil con él, y optó por cedérselo gratuitamente al carretillero, quien pretendió ocuparlo tirando del carromato que utilizaba para sus oficios; pero si aceptaba las varas, el pretal, la barriguera y la collera, se negaba en cambio a obedecer la voluntad  de la rienda, y no había manera de frenarle los ímpetus de potro cerril ,cuando se le ocurría salir corriendo, desmandándose y saltando de un lado a otro en el corral, mostrando unos virajes inesperados y angulosos, que no parecían cosa normal en una criatura de este mundo, y  con los cuales amenazaba siempre la vida de sus cuidadores. Devolverlo a la calle de donde había venido fue la solución esta vez (ante la falta de más interesados), para librarse del estrafalario ejemplar.

Con el tiempo el  animalejo se convirtió en una cosa sin dueño, hasta volverse un incordio que nadie (salvo el carnicero  y eso para exhibirlo destazado y colgado por piezas, en los garabatos de su negocio), quería ver ni en su sombra. Se  la pasaba recorriendo el pueblo con su vesania desde que el sol se asomaba  y  en la noche,  con una dedicación de sereno, se encargaba de trasnocharlo entero, relinchando en  cada rúa, recalando en cada esquina sin dejar dormir ni a los pájaros de los árboles.

Un sábado,  algunos de pueblerinos acosados por la desesperación y la impaciencia, madrugaron en una espontánea comitiva a pedirle al Alcalde que hiciera lo necesario para devolverle la paz a Blancos Rosales ,como era su deber, y aunque lo primero que se le ocurrió al roncero funcionario fue llevarse el problema lo  más lejos del pueblo, para que él mismo se extraviara por alguna trocha recóndita y se fuera a importunar con su pesada música a otra parte, el testarudo solípedo no se dejó mover ni un ápice, para embarcarlo en el camión de viaje, ni para sacarlo de allí de ninguna otra manera.

Ante la tenaz encrucijada a la autoridad  se le ocurrió la más radical de las soluciones: el sacrificio. Para ello emitió la resolución respectiva ordenándole al matarife del rastro local, con cargo al erario público, la muerte inmediata del palafrén, pero  fue éste con su experto ojo de inveterado jugador   quien se dio cuenta a la hora de la ejecución, de un hecho extraordinario: el vitando animal era un caballo de ajedrez, puesto ahí matreramente  por la gente  de Monte Negro (el pueblo vecino, feudo de los rivales políticos de los rosaleños) queriendo  dificultar el paso libre y el buen gobierno  de su alcalde, el ilustre abogado Dionisio Reyes:

— Estamos así de un jaque mate, Doctor Reyes—advirtió el perito ajedrecista con su cara de angustia, haciéndole el gesto de la pizca al  funcionario, mientras avistaba afuera el panorama, con el gesto del vigía, apostado tras la puerta abierta del matadero.

—Tenemos que movernos rápido, pero sin tocar al caballo que no es más que un señuelo. Hay que decirle al de arriba que es el que todo lo sabe, todo lo puede  y todo lo ve — dijo mirando al cielo el curtido jifero  — que haga bien y  pronto su movimiento, o se nos arma la grande acá, se nos acaba la guachafita  y nos ganan  ésta esos malditos marrulleros, politiqueros de mierda.

—Oremos para que en lo alto nos escuchen — mandó la esposa del alcalde —al tiempo que se hincaba, se persignaba y empezaba a rezar, seguida de inmediato por  los demás presentes quienes se apresuraron  a imitarla.

Las suplicas se repitieron en una misa matutina y dominguera en descampado, presidida por el cura de la iglesia de Blancos Rosales a la que asistieron hasta los feligreses recién nacidos.

Ante tantos e insistentes ruegos, él de arriba terminó por escuchar los ecos de tamaña preocupación y metió su poderosa mano, sin hacerse esperar más: le  bastó  desplazar la torre del Palacio Gobierno de manera claramente amenazadora, ( dos escaques al frente de donde insistía en quedarse sembrada la caballería enemiga), para que el retinto penco se fuera de ahí, por su propia voluntad y con sus propios pasos, dando un espléndido salto sobre el  tablero, haciendo rechinar estruendosamente el maderamen al caer del otro lado:

—Bestia  del demonio te me ibas cagando la vaina, me estabas jodiendo el caminado, sí señor. Bien ido estás, carajo — dijo el alcalde mientras se venteaba con su sombrero, viendo cómo se perdía en el horizonte, galopando, su último dolor de cabeza.

—Jaque al rey negro — se oyó decir a una estentórea voz  desde las alturas, hacia donde las miradas de todos los rosaleños se levantaron. Los aplausos jubilosos  no se hicieron esperar en la sala de juego, para celebrar la martingala del  ingenioso y atinado competidor de la mesa, quien un minuto después logró  detener los relojes, ganando la partida con un mate impecable.

(Jorge Lineya, Santiago de Cali, Colombia, 1999)

EL SUEÑO


"Dios que salva el metal, salva la escoria y cifra en su profética memoria, las lunas que serán y las que han sido".
Jorge Luis Borges


Abdel Jabbâr, el suní, tiene fe  en Alá y en las sagradas palabras del Profeta. No ha cruzado el vasto mar sólo para morir  a manos de un impío. Él, un  hijo de  Ismael y del desierto, ha venido a  al – Andalus (donde el agua y la tierra son una misma bendición), a anticiparse el paraíso  que el Corán le ha prometido. Quiere ser  el primero en entrar a  la batalla y el último en abandonar el campo, con su cimitarra bañada con la sangre de los infieles que defienden a Granada: no en vano es un soldado  en el ejército de Táriq Ibn Ziyad,   comandante al servicio del valí  del Magreb.

Al asaltar la soñada ciudad, en medio del sorpresivo ataque nocturno, una figura insidiosa parapetada tras la densa oscuridad  que los cerca, se le atraviesa desafiándolo y cerrándole el paso, tal y como lo esperaba. El árabe no titubea y enfrenta  de nuevo a  su enemigo como ya lo ha hecho ayer y lo hará siempre: él  no conoce el miedo a la muerte, vive para la  yihad. Sin  pensarlo   embiste aquella sombra ofreciéndole con firmeza el filo de su saif, dispuesto a  honrar  una vez más al Islam con su sacrificio o su  victoria.

Cuando ve a su adversario  iluminado  bajo la inesperada luz lunar,  el ismaelita reconoce en él  su propia estampa reproducida como en un bruñido  espejo de metal( salvo  el color de la  piel,  y la cruz cristiana en el  pecho del español, nada  los diferencia). El horror asalta a Jabbâr  y lo refrena: no puede entender como bajo este cielo, el Todopoderoso, pudo depararle tal aberración y tal destino. El otro parece  también asaltado por el mismo pavor y la misma duda.

 Ambos levantan ahora sus  manos   inermes hacia el infinito, dirigiendo sendas oraciones a su Dios. Ambos deciden dejar el duelo que los  busca por enésima vez, para otro día incierto (si acaso tal  despropósito puede darse en la secreta  urdimbre que  teje el tiempo). Ambos se alejan en sentidos contrarios buscando otros combates y   otros enemigos. Ambos se despiertan en tierras lejanas, sobrecogidos    por la misma pesadilla que los persigue como una sombra desde hace muchas lunas. No existe para ninguno de los dos un odio más reciproco como el que se profesan sin aún conocerse, ni tampoco un  asombro más auténtico que este  perturba el fondo de sus almas, después de revivir  el mismo  sueño.

(Jorge Lineya Santiago de  Cali, Colombia 2005)


LA FUENTE Y EL GUERRERO

¿Dónde estarán los  siglos, dónde el sueño de espadas que los tártaros soñaron, dónde los fuertes muros que allanaron, dónde el Árbol de Adán y el otro leño? Jorge Luis Borges


Taré, no sólo era el sumo sacerdote y el rey, sino el  general de los uritas al frente de cada batalla: bajo sus órdenes marchaban los ejércitos como su sombra, y el sol decía el mismo a su pueblo, envidiaba el brillo de su gloria que se extendía más  allá del poniente. Se hacía llamar “El encumbrado” por creerse en verdad el dilecto hijo de los cielos: su nombre y sus hazañas aparecían grabados en las murallas y en las puertas de todas las ciudades sojuzgadas por el puño de hierro de  sus huestes.

Bajo la égida de los dioses estaba su espada capaz no sólo de cambiar el rumbo del destino, sino del tiempo. El resplandor de su acero era la señal que esperaban los  inmortales para dejar caer la muerte,  la tormenta, o  el rayo incendiario, castigando con dureza cada cuarta de tierra enemiga o sublevada. 

Ahora atravesaba solo el desierto para honrar a sus dioses  y mostrar a sus súbditos su divina estirpe, y su inconcusa talla de guerrero. Siendo quien era no podía estar escrito que fuese a morir de sed sintiendo el olor de la tierra húmeda a unos cuantos pasos, pudiéndose arrastrar sobre la  arena hasta la orilla del  manantial, si este fuera otro de esos días  de auspicios favorecedores.

De la muerte había escapado mil veces y otras mil con ella había vencido y unas diez mil la había impuesto a sus enemigos como castigo. Ahora él, el bendecido, el odiado, el temido, se apagaba como una pobre brasa,  a merced de un sol impío que empezaba a arder con reciedumbre.

Exacerbado por  su delirio o su soberbia, hablaba  con la furtiva fuente, como si fuera  una más de sus sumisas siervas:

—Agua, agua — decía con   dificultad, mirando penosamente con un rostro ladeado el lugar donde imaginaba se ahuecaba el lecho, sobre el cual debería  correr   como una bendición el codiciado líquido, del  que sólo alcanzaba a percibir un cercano y tenue rumor.

Cuando los  arrasados ojos, dejaron de ver, insistió:

—Agua, agua obedece la voz de tu rey, no hay nada ni nadie en este reino que no lo haga. Sáciame, ven a mí, bendita hija de las nubes, auxíliame, procúrame la  vida, te lo ordeno.

Lo decía fatigado pero convencido, caído de espaldas, derrotado ya por los austeros y confabulados enemigos de la sed y el calor, tratando de asir vanamente, con una mano exánime y temblorosa, la empuñadura de la espada caída a su lado, tan inútil e indiferente como el mundo  sin dueño que lo rodeaba. Cuando no pudo decirlo lo siguió  pensando y cuando no pudo pensarlo empezó a  soñarlo, sin dejar de oír el murmullo del riachuelo que no  podía ver. Los pájaros de malos presagios   hacían  ya círculos a lo lejos.

La muerte lo encontró balbuceando maldiciones a los dioses que lo habían abandonado.

(Jorge Lineya Santiago de Cali, 1991).

QUIERO



A Maya

Quiero tu paz de nube
y de montaña,
quiero tu paz de bosque
y riachuelo,
quiero tu paz de cielo
en primavera;
esa profunda paz de
mar en calma.
Tu paz que trae canto
y no silencio.

Dame esa paz que
es vida entre tus 
labios, y siendo
vida, para mí la quiero.
No me hagas esperar,
clamo por ella.
No me hagas esperar,
que desespero.
No me hagas esperar,
y dame un beso.


Jorge Lineya, Santiago de Cali.

A UN SONERO





Héctor Juan Pérez Martínez,
jibarito perdido allá en tu
Gran Manzana,
ciudadano del mundo y de la rumba;
de la Quinta Avenida y de
San Juan;
de las esquinas 
en cada Calle Luna;
de los andenes 
de cada Calle Sol,
en ese cosmos de
los arrabales que vibra
al ritmo
de claves, campanas
güiros y timbales:
¡Timba no va a sonar!,
¡Cuero no tiene ya!

 Te embriagaste, Héctor Juan, 
con botellas                            
de “American dream”, que 
se bebieron con
labios de mujer,
la sabia de tus venas
vegetales; agotando
tu sed y
consumiendo tu hambre, 
con el fervor de la mosca
y la carcoma, 
en tantas noches
de viciosas agonías,
que te dejaron
sólo la canción y la palabra
(flamboyán solitario),
para decirnos a quienes
te oíamos,
que tú eras
el cantante
que había que ir a escuchar.

 En el País de las Maravillas,
Alicia es una dama 
que viaja en su Rolls Royce,
y el Sombrerero,
es el zar de
Wall Street, y aquí
no hay reina alguna que
tenga corazón, y
el coquí
de Puerto Rico, en esta tierra
árida y gris,
será sólo
un sapo
cantor; quien jamás
llegará a ser un iluminado
príncipe del son;
traspasando las fronteras
de su barrio, más allá del
del reino de su gueto:
llamándose Héctor Juan,
cantando boleros,
guarachas y guaguancós;
recorriendo el camino de la
la fama, siendo aquel que la gente 
reclama pero nadie,
nadie puede comprender.

Ha de llamarse Johnny o Pete
o Willie, o Frankie o
Joe o Bobby, aquel que
sueñe con alcanzar
las nubes de la gloria 
y su magia de luz y marquesinas
fugaces,
para ostentar
tras un micrófono
la soñada estatura
de un coloso, mirando al mundo
desde las alturas de un
Dios:
convencido de ser la
estrella más brillante
de la orquesta, esa
que el público ha ido a
escuchar, cuando lo mejor
de su repertorio
el cantante empieza a cantar
(y nadie pregunte si él sufre,
si él llora,
si él tiene una pena que hiere
muy hondo).

Héctor Juan, como decir nadie,
Héctor Juan, como decir todos:
tu canto fue la voz de
las aceras desde New York
hasta el cielo y
desde el Bronx hasta el Sol;
del Machuelito a Manhattan
tu nombre fue la voz:
esa voz que dieron alguna vez
por muerta, esa voz que 
regresó sin victorias
de su viaje al abismo 
del olvido y
del dolor,
para volver a ser
la esperada voz de siempre;
la voz
eterna, tu voz, “La Voz”:
¡Cheche cole, que bueno ‘e!
¡Cheche coquiza muerto ‘e la risa!.

Héctor Juan Pérez Martínez,
cantante de los cantantes,
sonero entre los soneros,
tu nombre
fue un bautizo 
de salsa, ritmo  
y sabor montuno,
que entre toques
de congas y bongos,
recibió su esperada
bendición, para
llamarse al fin y para siempre:
Héctor de los pueblos,
Héctor de la gente,
Héctor Lavoe.
¡Aguanilé, aguanile mai, mai!
¡Aguanilé, aguanile mai, mai!

Yo espero que al fin
descanses
en la paz de los tambores,
y que
viva  contigo siempre
ese nuestro
viejo son,
este, nuestro nuevo son:
ese tan cubano son,
nuestro citadino son:
el muy borincano son,
que viene de monte adentro,
para tener un encuentro con
el que se sienta hermano.

¡Songoro Cosongo de mamey!
¡Songoro Cosongo, songo’ e!


(Jorge Lineya, Santiago de Cali 1999)