Mira hacia arriba de las colosales murallas que la cercan y descubre
forjada por los extremos yuxtapuestos de
cada pared interna, una urdimbre de
espacios geométricos ,extendiéndose en el aire matutino contra la
iluminada concavidad del cielo, en un entramado complejo digno de una avezada
tejedora ( lo cual la hace descifrable
para ella, que en cuanto a tejidos
conoce suficiente): de labores con
la rueca los varones no saben nada, ese
es un arte reservado a las diosas , a
las mujeres y a las Parcas. Si se atiene a lo que ve y entiende, para andar y
desandar el lugar no precisará del
auxilio de un ovillo que le ayude a desentrañar los secretos de esta confusa
trama de espacios y de rutas que concibió su arquitecto.
—A una buena practicante de la
ciencia de Aracne y de Penélope su
ingenio la proveerá de suficiente luz,
si se atreve a aventurarse en mi
tortuoso panóptico, princesa—le había dicho el viejo Dédalo alguna vez,
hablándole al oído en el tono socarrón y malicioso que siempre usaba cuando
jugaba con ella a los acertijos.
El bufido del engendro tiene tanto de hombre
como de bestia al escucharlo, y de ambas criaturas sabe que ninguna de las dos
piensa con lo que tienen sobre sus cuellos, por eso Teseo está perdido: La
madeja que debía trazarle la línea de salida
para escapar del inextricable confinamiento, fue desperdiciada; un largo
tramo de hilo roto y abandonado, que encuentra en el suelo del
laberinto, se lo corrobora. No hay nada más que saber ni que esperar: no serán
los dioses ni los hombres, quienes
sellen su destino.
El Minotauro ya la percibe
desde su extraviado nido, inquieto, acicateado por su incestuosa codicia, ella lo sabe: la tibia
humedad que brota de entre sus piernas
como un sutil rocío, mojándole la ropa con sus sutiles perlas y el poderoso
aroma que se desprende de ese montículo suyo donde Afrodita ha puesto su
hechizo, son una trampa de mujer de la
que nadie (hombre, bestia o dios) ha escapado jamás. Aunque los placeres
de la carne la han desvelado por muchos
años (sin conocer de ellos más que en sus sueños y sus fantasías), los sabe
usar para provocar y seducir con la aguda sapiencia de una hetaira. El estentóreo mugido de un toro
en celo, que es su hermano además de su enemigo, parece reclamarla desde el
fondo de la construcción, con lúbrica y morbosa urgencia.
Al llegar a la recámara encuentra al amo de ese
reino, esperándola con ansias tan ciegas y abominables, que el atroz
híbrido pierde toda prudencia al ver
caer el peplo, cuya desaparición le ofrece la perfecta belleza de ese cuerpo
desnudo y virginal, acaso listo para ser entregado sin resistencia, al
sacrificio de una lujuria que primero goza con ferocidad y después asesina y devora a sus víctimas, sin el más
leve asomo de compasión: rimeros de esqueletos descarnados de doncellas y
efebos, apilándose como restos de carnicería en el fondo del abismal
foso que rodea el antro, ya le han advertido sobre el infame destino que la
espera. Ahora se quita con calculada lentitud el tocado para dejar suelto su cabello y pone sus manos
tras de su espalda y la mirada en el piso, dando
a entender que absorta en una servil
mansedumbre, está lista para complacer los viciosos apetitos del verdugo.
El odioso hijo de Júpiter y
Pasifae no se hace esperar y se abalanza
sobre su dócil presa: levanta en peso el delicado regalo, tomándolo por la
cintura con la oprobiosa
brusquedad de sus ganas, mientras ve esos blancos muslos abrirse como dos
alas exhibiendo la excitante y
complaciente plenitud de su envergadura,
dispuestos a recibir de lleno la
brutal bienvenida que los espera al final de su vuelo. Las hermosas y provocativas piernas que se le prenden
al acercarse, rodean sus caderas con la precisión de un terso y sedoso
anillo, escapando hábilmente del ansioso y enhiesto ariete con el que él,
pensaba expugnar la frágil intimidad que defienden: sendas dagas empuñadas
con decisión por las níveas manos que se le
escondían, son clavadas ante sus ojos
como un solo puñal, con inesperada
fuerza, hundiéndose en su pecho a la
velocidad de una saeta que lo atraviesa en seco y le hace escupir
un espantoso bramido de muerte,
que solo le deja tiempo para desplomarse en el piso sin el más mínimo
aliento. El brusco estrépito de la caída resuena hasta en el último pasadizo y
un relámpago que rompe el cielo, seguido de un furioso trueno, le parecen una
protesta:
—No puedo decir que lo siento,
Padre Jove, cuando sé que Europa , mi madre y hasta el poderoso Poseidón,
fueron víctimas inocentes de tus
caprichos y de tus engaños— confiesa
levantando la mirada y luciendo el extático esplendor de una amazona,
montada a horcajadas sobre el vientre del derrotado monstruo.
Una de las hachas usadas en el
deslazamiento de cuerpos humanos le sirve
para decapitar, con un sartal de golpes despiadados y precisos, el
cadáver del pervertido antropófago. Cada centímetro de su piel expuesta, cimbra
y transpira con el esfuerzo, humedeciéndole hasta el último poro a plenitud
,como las flores bañadas con la neblina del invierno(ahora es un dios
quien la acecha ensimismado).Las gotitas
de sangre cayéndole encima como
una lluvia tenue, semejan chispas de deliciosa ambrosía atomizadas con mágica delicadeza sobre su
ebúrnea blancura , creando una mórbida
visión que incita a
saborearlas una por una, igual
que si estuvieran hechas de un rojo almíbar y no de simple sudor y sal. Es un brote de brisa
cayendo en la tentación, el que sale de la nada
llegando de ninguna parte y acariciándola
entera con un procacidad que la perturba
y le hace sentir un tórrido e inusitado placer, recorriéndola de pies a
cabeza con la lujuria de mil lenguas, hasta arrancarle un profundo gemido de
gozo que la paraliza estremecida, mientras una cálida y acuosa descarga se derrama
por sus esbeltos e inmaculados muslos.
Después del inesperado
espasmo, regresa a la realidad para darse cuenta de que tal y como lo sospechaba,
no está sola: su siguiente trabajo será encontrar a Teseo y entregarle ese cráneo astado, para que lo ostente como
su triunfo personal, y así tenga con que reclamarla a ella como esposa ante
su padre Minos, Rey de Creta.
-— ¡Oh moradores del Olimpo!
¿Por qué a los hombres siempre hay que
hacérselos todo? — exclama, al tiempo que
recoge fatigada y con calma su vestido, para empezar a caminar hacia afuera del recinto,
arrastrando amarrada a una flaca cadena, la cabeza del muerto, pero cuidándose a
cada paso, de seguir siendo el maravilloso espectáculo que una divinidad
contempla.
El silencio y la quietud que
la rodean ,resultan un extraño fenómeno que le hace sentir que hasta los muros
y las piedras del camino, tienen ojos que
la miran libidinosos, y ecos que
murmuran su nombre .Una voz viril en alguna parte, maldiciendo entre gritos su
suerte y rogando al cielo por ayuda,
llama su atención.
—Ya voy, mi amor. — contesta
apenas murmurando, cuando la reconoce.
Sentada en el amplio plinto de
una colorida columna del pasillo de
entrada de la guarida, empieza a limpiarse, haciendo uso de un manto seco con pausada y exacerbante meticulosidad,
sin cuidarse de quien la observa, sabiendo ya que alguien que no es de este mundo lo hace con ávida admiración. Concluido su acicalamiento,
al tratar de deshacerse de la tela con que se ha aseado, tirándola al suelo,
una silenciosa y rápida centella captura
la prenda sin dejarla caer, rodeándola
con un aura de protectora y brillante luz que la sube a las nubes, ondeando
indemne y deslumbrando con la fastuosidad de un trofeo, seguida por un
majestuoso águila cuyo chillido
suelta una voz de despedida, que la adula en lengua humana:
— ¡Ea! ¡Hasta otro delicioso
encuentro! ¡Señora y reina del laberinto!—escucha decir.
Sin prestarle demasiada atención al prodigio y sin sorprenderse
siquiera, se viste y se acomoda su
peinado:
—Todos son igual de
predecibles y simples, en el cielo o en la tierra, hoy o mañana, en este siglo
o en el próximo: Hombres, parecen hechos con el mismo molde— piensa y sonríe capciosamente sin abrir los labios,
sintiéndose como nunca, complacida y poderosa.
—¡Ya voy mi amor!— vuelve a decir,
al escuchar de nuevo los desesperados ruegos del frustrado cazador—.Ya voy.
Jorge Lineya, Santiago de
Cali, Julio 08 de 2013.
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