Cráneos de bisonte(búfalo)en EE.UU
Foto de Willian Cody(Bufallo Bill)1903
Toro sentado y Búfalo Bill 1885
Búfalo (como le dicen a
Bisonte en esta tierra de amos y de dueños) camina solo y sin temor por
la deslindada pradera:
—Morir es el final de un sueño y el
principio de otro—recuerda mientras ve pasar las nubes arriba contra el
horizonte, en un lento redil -
Casi puede imaginar a su enemigo
tras las colinas, cuando el viento le
trae mezclado con el aroma fresco de la yerba, el olor de la muerte. Lo
siente, lo presiente pero no lo teme: tendrán su piel, tendrán su
carne, tendrán sus cuernos y hasta sus huesos, pero nunca conseguirán su
alma que es eterna e inmortal como su dios, algo que nunca
podrán esquilmar con sus codiciosas manos estos despiadados
mercachifles de la sangre y la vida (en eso piensa mientras pasta).
Vendrá un tiempo (dice el antiguo
Libro) en que la inmensa tribu de Hombre será quietud en la quietud, sombra en
la sombra, silencio en el silencio, nada en la nada, olvido en el olvido para
siempre, y Búfalo será entonces hermano de Lobo y Lobo lo será de
Oveja y Oveja lo será de Coyote al fin, y así como una gran nación de
hermanos nadie derramará la sangre de nadie para vivir, ni para morir. Esos
serán días que Hombre no conocerá ni vivirá jamás.
Ahora Búfalo avanza hasta donde sabe que
está agazapado el cazador, esperándolo( como lo ha imaginado en colectiva
comunión con su pueblo, la noche anterior; durmiendo con el rebaño en
descampado).Cuando llega a los tupidos arbustos mira fijamente al
tirador con ese par de ojos mansos y bovinos que heredó de sus
ancestros, mientras éste hace lo que más le gusta hacer desde cuando se inventó
el rifle Winchester: le apunta, le dispara y lo mata con un violento
estruendo que retumba como la voz del trueno en la llanura. Así lo concebido
por Búfalo y los suyos en el sueño de la víspera, empieza a cumplirse con
exactitud bajo el cielo, desatando la precipitada catarata de los
acontecimientos.
Los demás miembros de la manada lo ven
caer hecho un pesado fardo inerte y se quedan a esperar los otros
estampidos que los van a derribar también a ellos, quienes tampoco huyen
del obligado e insoslayable sacrificio. Todos saben que el hombre no es más
que un mal sueño, uno del que hoy los búfalos al fin se
despertarán: cuando lo hagan (eso también lo saben), la inmensa tribu del
Hombre habrá sido barrida de la tierra bajo el signo un nuevo
cataclismo, igual al que los búfalos soñaron hace tres días para borrar(
como si fuera sólo un brumoso mundo de sombras), el antiguo y voraz
reino de los dinosaurios.
(Jorge Lineya, Santiago de Cali 2005).
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