A Lezca
Tu cuerpo está aún fresco
como una naranja
recién caída entre mis
manos.
Como si el tiempo no lo
hubiera tocado
está maduro su olor entre
mis cosas: lo palpo
como a la cáscara de un
sueño y me
embriago con su aroma
frutal.
Floto en su bruma dulce,
liviano náufrago del
tiempo.
Muerdo tu recuerdo blando
hasta saciarme y
de tu pubis sube el alba
hacia tus senos
hasta el crepúsculo blanco
de tu pecho
donde me bebo tibia la luz
de la mañana.
Te abres para mí todos los
días
(testamento de nubes y
corolas) con tus
muslos de trigo bendecido
y ahí,
bajo
tu vientre, me redimo.
Mariposa de luz,sobre tu piel crepito como
el día
y como el día en ti retorno
a la ceniza.
En ti vuelvo a la tierra y
me hago barro,
para que me recojan tus
manos de alfarera
y me entreguen a la
hoguera de tu cuerpo,
y a la penumbra ardiente
de tu sexo profundo.
¡Ah deshàceme sobre el
manantial sabio
de tu boca!, como a un grano
de polvo;
con el tibio abandono de
los médanos
y la paciencia antigua de
la sal.
Bébeme impuro como el
vino, derrámame
sobre tu piel desnuda y
déjame
recorrer sus espirales, hasta extraviarme
en su infinita trampa.
Me habré de devolver
en tu saliva, en el rocío
de tus axilas tibias,
en el invierno que se
desborda por tus poros;
en la sangre donde niegas
la semilla,
y en el agua que derramas
a la sombra.
Estoy aquí nunca lo
olvides: esperándote aún
con mi cuerpo de
cáliz para verter
en él tu cintura de leche,
para que en él, derrames
tus caderas de espuma;
para que en mí, disuelvas
tu esencia mineral.
Estrella blanca en mi
extensión gravitas,
tiñéndote de mí: aún.
Santiago de Cali,Jorge Lineya,2010
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