A Anyeli.
En tu noche bebí con las estrellas,
el agua que vertían ríos
oscuros.
En ella tuve el alma de la
arcilla,
para ella fui la piedra de
los muros.
Te tuve para mí como a las
horas:
queriendo retenerte, te
perdía;
tratando de alcanzarte, te
me ibas;
buscando que llegaras, tú
partías.
Mujer hecha de lunas y de
sombras,
tu cuerpo era el ocaso y
era el día.
A ti llegaba huyendo de la
guerra,
en ti hecho canto
amanecía.
Fueron tus senos los
oscuros frutos
que a mi boca le
entregaron su dulzura,
y tu sexo la doliente
gruta
donde vino a derramarse mi
locura.
Aún tengo el sabor de tus
pezones,
rezumando su néctar como
moras,
sobre mi lengua harta de
palabras,
sobre mis labios embebidos
de canciones.
Ahora que no estás busco
esa noche perenne,
que en tu cuerpo se extendía;
pero el invierno ,al fin hace
un derroche,de horas amargas
y de
fríos días.
(Jorge Lineya,Santiago de Cali,1999)
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