La muchacha soñaba con ser la estrella
más grande y admirada del universo. Algo que no se hubiera visto jamás en el
rutilante firmamento del cine o la televisión del mundo, ni en ninguna otra
parte: el fabricante de estrellas (de la “Star System Company”) la entendió tan
bien cuando la oyó cantar y la vio actuar (después de negarse tantas y
repetidas veces a recibirla en su oficina), que sólo tuvo que chasquear sus
poderosos dedos para convertirla en una.
Ahora la novata
titila en el cielo todas las noches, alineada entre las luminarias
de una constelación, pero brillando como si fuera un sol con sus
flamantes aires de diva, y despertando el interés de cuantos
escudriñan el cielo en busca de eventos extraordinarios. Y hasta los
telescopios ahora se interesan en ella.
(Jorge Lineya, Santiago de Cali ,marzo 27
2005)
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