Perro es fiel y obediente como un
esclavo. La voz de Amo es su voluntad siempre, salvo cuando anda cachondo
porque entonces sólo tiene oídos para sus ganas. Amo hoy se olvidó de eso y
como lo vio rijoso, lo pateó como a un fardo, para que se bajara de la hembra
que su niña paseaba por la plantación. Perro que no entiende de pudores se ha
encabronado con la tunda de Amo y le ha saltado encima y le ha destrozado el
cuello de una furiosa mordida. Amo ya no pateará más a Perro ni a nadie.
Cuando ve venir a los hombres gritando y disparando
truenos, Perro corre hacia donde ha visto huir a los negros que él caza con la
jauría, y sin esperarlos, se pierde entre la maleza. Él sabe que por ese camino
se huye de la muerte y de las carlancas.
También a Perro, la libertad le sabe a
sangre de amo.
(Jorge Lineya, Santiago de Cali, 1999)
Inspirado en un cuento de Alejo Carpentier.
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