“Las almas de los buenos están en las
manos de Dios, y el tormento no los alcanzará.”(Biblia/ Sabiduría 3:1)
Ante los ojos extasiados y
complacidos de la audiencia el mago atraviesa con punzantes espadas y destaza,
con filosos cuchillos de matarife, a personas que tiene atrapadas
en sus lúdicas cajas de teatrero; también descuartiza gente dentro
de fabulosos arcones de madera usando su estrepitosa sierra eléctrica de
leñador moderno (haciendo gala de una pasmosa precisión de cirujano), y
luego la desaparece igual que polvo de talco, vociferando un mágico
abracadabra, tras la nube blanquecina y densa que suelta su biombo
todopoderoso (¡Donde lo que no se hace humo se hace
aire, o se hace nada! .¡Atención, niñas y niños!; ¡Señoras y señores del
respetado!).
Entre el público que ve sus desmanes de
circo, quienes no lo aplauden maravillados, por lo menos lo admiran con un
callado estupor: lo mejor de este mago, es que ninguno de sus actos es un
truco.
(Jorge Lineya,
Santiago de Cali marzo de 2005).
NO SE ME OCURRIÓ MEJOR METÁFORA PARA HABLAR DE LOS TORTURADORES,LAS SOCIEDADES QUE LOS CREAN Y DEFIENDEN.
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