Fotografia de Fernell Franco(Serie prostitutas)
¡No hay peor herida que la del corazón,
Ni peor maldad que la de la mujer!
(Biblia/Eclesiástico 25:13)
María de siempre,
inquilina de la acera,
alambrista de la noche
y sus abismos.
Vienes todos los
días a darte
a los hombres
y a entregarte
las horas sin tiempo:
a cada hombre te entregas
como una moneda. y como una
moneda, a cada mano regresas;
tasada, devaluada,
y con un nuevo
precio.
Siempre llegas a
tu ineluctable cita
con
la espera,
luciendo una nueva sonrisa
pintada en los labios
para alquilársela
a la alegría ajena,
en ese bullicioso
carnaval que se vuelca
sobre los andenes,
cuando la noche
abre impostergable
sus ávidos
portales.
Qué buena eres, María,
buena como el perdón
y el olvido;
puta de barrio,
ramerita de esquina,
samaritana de todos los
días:
pan para los
hambrientos,
agua para los sedientos,
sanación para los
enfermos,
resurrección para los
muertos,
luz para los perdidos y salvación para los
condenados.
María, como todas “María”:
Marilyn, Corinne, Lulu,
Jacqueline,
tu cuerpo oscila en
la balanza del mercado,
fiel
a las leyes de la oferta
y la demanda.
Non sancta María,
María del mundo,
territorio de nadie
mujer de sol a sol,
(fulana, madre, amiga,
hija,
hermana)
tu vida es un castillo
de aire y arena,
que el viento
sabrá arrasar
con sus alas,
cuando llegué el momento,
para no dejar ni
el eco de tu nombre
repitiéndose
en la inamisible
memoria de la calle.
Ante la amenaza de tu
cuerpo desnudo
los hombres dejan caer
el disfraz
de su epidermis:
te ofrecen sus heridas
abiertas,
sus corazones destrozados,
sus músculos exhaustos,
sus almas rotas,
sus filos de metal.
María oídos para escuchar,
María ojos para mirar.
María boca para comer,
María senos para beber,
María sexo para embriagar.
Dios te salve María,
aunque no
seas la llena de gracia.
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