BIENVENIDOS

POR RAZONES AJENAS A MÍ Y POR CAMBIOS EN LA POLÍTICA DE PRIVACIDAD DE BLOGGER ,MI OBRA POÉTICA "DECLARACIÓN" HA SIDO CENSURADA Y VETADA UNILATERALMENTE POR EL ADMINISTRADOR DE ESTE SITIO. MI POEMA PUEDE SER LEÍDO EN :http://www.poesiasolidariadelmundo.com/2015/02/declaracion.html?spref=fb O EN http://www.mundopalabras.es/poesia/declaracion-2/

POR CONSIDERAR QUE LAS ÚLTIMAS DISPOSICIONES DE GOOGLE EN BLOGGER PARA CENSURAR LA PUBLICACIÓN DE CONTENIDOS EN LOS BLOGS ,ATENTAN CONTRA LOS MÁS ELEMENTALES DERECHOS CIUDADANOS COMO LA LIBERTAD DE OPINIÓN,DE EXPRESIÓN Y DE CONCIENCIA, ME PERMITO INFORMAR QUE ESTÁ ES LA ÚLTIMA PUBLICACIÓN DE MI OBRA EN ESTE ESPACIO VIRTUAL.Uno de mis nuevos blogs en donde pueden encontrar mis obras es:http://elreinodeldragon.blogdiario.com/1427218723/
y en https://elreinodeldragon.wordpress.com/author/jorlineya64/
MUCHAS GRACIAS A TODOS MIS LECTORES..QUIENES DESEEN CONTACTARME PUEDEN HACERLO EN EL SIGUIENTE CORREO:

JORGE LINEYA(aestrel20@gmail.com)

BLOOGER INSISTE EN CENSURAR EL TEXTO DE MI POEMA "DECLARACIÓN" A SABER LOS VERSOS:10,18,23,25,26 y 44 DE MI OBRA.EL ÚNICO CAMBIO QUE YO LE PUEDO HACER A CUALQUIERA DE MIS OBRAS ES EL QUE NAZCA DEL ERROR,BUSCANDO CORREGIRLO (SEA UN ERROR GRAMATICAL O DE SINTAXIS POR EJEMPLO ) DE LO CONTRARIO TODO SE QUEDA COMO ESTÁ.Y EN ESTE CASO ..TODO SE QUEDA COMO ESTÁ.Si mis publicaciones aquí se ven mal presentadas o defectuosas no es mi responsabilidad tampoco yo sé porque está pasando eso.

BIBLIOGRAFÍA DEL AUTOR:

Como autor mi seudónimo es Jorge Lineya: el apellido Lineya es una suerte de anagrama del nombre de mi desaparecida compañera Anyeli q.e.p.d ( 1966-1998) quien me apoyó en vida en mis inclinaciones literarias mecanografiando muchas de ellas y a quien le quise hacer un homenaje dejándola hacer parte de mí, como escritor.Como autor mi obra narrativa ha sido publicada en medios virtuales como la Revista Axxón ciencia ficción(http://axxon.com.ar/ en Argentina) ,donde se me publicó inicialmente como resultado de un concurso literario promovido por esta revista y cuyo premio era la publicación de las obras seleccionadas por el Consejo Editorial de la misma, siendo así como noviembre 2009 se publicó allí, mi obra GRAFFITI en su número 201.Posteriormente como colaboraciones en esta misma publicación han aparecido mis obras en las siguientes ediciones : en noviembre de 2009 LA ORDEN (MICRO) número 202; EL MINOTAURO(MICRO) en 2010 , número 204; EL REBELDE y GATO (MICROS) en octubre de 2010, en el número 211; NEMÉSIS (CUENTO) en agosto de 2012 en el número 233 ; y en septiembre de 2012 COSTUMBRE(CUENTO) en su número 234.Soy parte también en Argentina de un publicación llamada “TRIPLE C Cofradía del cuento corto (http://triple-c.ning.com/) donde los autores auto-publicamos y nos sometemos al escrutinio de los cofrades. En este blog he publicado: 29 poemas y 26 obras narrativas entre cuentos, relatos y micros.

Recientemente en febrero de 2014 se me ha publicado en la revista COSMOCÁPSULA(http://cosmocapsula.com/ en Santiago de Cali) donde mi obra "El aprendiz" hace el debut de mi narrativa en territorio colombiano(aunque sea virtual),en un espacio ajeno a mí.

Tengo una novela (COMUNIÓN) sobre mis experiencias en mi vida militar durante la prestación del servicio obligatorio.Soy nacido en Cali,Colombia.Las publicaciones en físico de mi obra se han dado así: en El Premio Algazara convocado por la Editorial Hipalage en España en 2010 , se escogió el micro “Graffiti” (de entre 878 textos que llegaron) para publicarlo en un libro con el título “Cuentos Alígeros” con otros 326 seleccionados. Este mismo micro ganó en 2013 un nuevo premio de publicación en físico en e l concurso Porciones del Alma” de la editorial(¿) Diversidad Literaria también en España(¿).Tengo en mi haber, un total de sesenta(60) obras registradas en la Dirección Nacional de Derechos de Autor de Colombia,entre narrativa,poesía y prosa.

Mi obra poética por su parte ha tenido acogida igualmente en España en la página "POESÍA SOLIDARIA DEL MUNDO" (http://www.poesiasolidariadelmundo.com/) que dirige en buena hora, FERNANDO SABIDO SÁNCHÉZ.

Escribo para ser leído ,no para ser aplaudido.Muchas gracias por su lectura.














viernes, 8 de julio de 2011

DIATRIBA POÉTICA A UN DICTADOR MUERTO

(Esperando siga muerto , y que muy muerto esté)




Solo, solo, para las lágrimas todas reunidas,

para una eternidad  de manos muertas, y ojos podridos,

solo en una cueva de tu infierno…

Pablo Neruda.



Ha muerto el bufón áulico del Reino de los Cíclopes,

(El jefecito  elevado a Salvador),

se ha ido el Minotauro austral,

el insaciable devorador

 de almas y de sueños,

el genuflexo sirviente de los sagrados   dioses

del Fondo Monetario .



Ha muerto el rufiáncito servil 

de los “Chicago Boys”;

el Generalito oscuro, de soles en su ocaso;

el exterminador de vidas y presencias;

el sepulturero de quepis y charreteras;

el matoncito a sueldo de la “Nixon and Company”;

el jubilado mandadero del Imperio del águila;

el  más juicioso cóndor   entre los viejos cóndores,

que bien supo volar en alas de la infamia.



Marioneta y marionetero,

reyezuelo  en teatro de dueños septentrionales,

dictador de pastiche,

perseguidor de poetas y cantores,

Presidentico de farsa,

 de botas enlodadas

en  sangre de  inocentes,



Todopoderoso fabricante

de  mártires  en las mazmorras de esta,

la nueva Santa Inquisición ,

(bendecida por el dólar y la Tiara);

verdugo vil con pretensiones de héroe,

enano atroz con ínfulas de coloso,

Pantagruel de opereta con hambre de oro y  de poder,

hacedor  de huérfanos y viudas,

sátrapa funambulesco :

¡Ah maldito ,al fin tuviste la buena idea de morirte?

¡Aleluya, aleluya, aleluya!.



¡Viva tu muerte lo digo y lo proclamo!,

y que se multiplique ella con su hedor en cada uno

de tus  iguales vivos o muertos .

Ha de cerrarse el cielo de moscas

y de buitres algún día, velando 

por la carne y por los huesos  

de estos últimos cruzados,

 estos fervorosos adalides de la cristiandad;

estos devotos Heliogábalos de un solo dios y una sola ley;

 estos  césares  de la Cruz y el Evangelio .



Que así se entere el  mundo  que todo monstruo

(bendecido o no) ,

morirá al fin derrotado por sus culpas,

perseguido por sus fantasmas ;

acosado por sus víctimas;

atrapado en su sentina, y

deshaciéndose lentamente,

paso a paso, como un engendro endeble y macilento

(hijo del cieno y del estiércol) ,

 implorando compasión para él

como nunca la tuvo para nadie :

 tal como rogaría por una limosna el más mísero  de los mendigos,

tal como pediría clemencia  el más  pobre de los  condenados.

.


Esperpento senil y solitario

 bañado en  el lodo de tu depravada gloria,

 paquidermo gris y triste,: volviste a tu antiguo cementerio

 a morir entre los tuyos ,en  tu vasto reino de inmundicia

(tu  camarilla, tu corte de alabarderos  comprados

 , tus amigos, tu familia, tu mundo de avaricia  

y de  soberbia  , tu heredad  de soterrada

podredumbre humana).



Llegaste allí a agonizar con quejidos de bestia asustada,

cobarde,

pidiendo para ti lo que nunca tuviste para nadie,

cobarde.



Si hay un después te deseo lo peor

donde quiera que sea.

Si hay un después que sean para ti el frío y el olvido

;la soledad y la sombra.

Si  hay un después que sean para ti: la sed

sin una gota de agua para mojar  tu lengua;

y el hambre sin una migaja de pan para morder en  tu boca;

la oscuridad sin la más mínima chispa de luz para iluminar

 tus ojos; el suplicio infinito y el hastío ,

sin un solo segundo de paz para lo

que sea que tengas por alma.



Eso te deseo sin remordimientos.

Lo confieso en mi verso: nunca me

he sentido mejor

 deseándole lo peor a alguien.

Nunca podía haber logrado

mayor paz deseándole tanto mal a nadie.

¡Aleluya, aleluya, aleluya!



Púdrete por fin lacayo de chacales,

proxeneta de hienas,

gusano de cloaca,

termina de perderte en el protervo reinecillo

de tu inexistencia ,

maldito:

 has muerto al fin y no te espera el infierno

como no te espera Dios para tu juicio.



Has muerto al fin y sólo una larga noche

 eso te espera,

una noche larga  en un lugar ignoto plagado de silencios,

porque hasta el Infierno que se imaginó Dante

 seria  para ti un onírico Paraíso,

y tú , maldito, tú eres la prueba de que Dios no existe,

ni el Infierno tampoco.

¡Aleluya, aleluya, aleluya!



¿Sino es con un fracaso

como podría Dios(el buen Dios,

el  omnipotente Dios,

el omnipresente Dios,

 el omnisciente Dios,

el  dios único ,y eterno pastor de su rebaño)

explicar  tu  pútrida existencia  ,después de

dos mil seis años de edificar su Iglesia en este mundo? .

Y un dios que fracasa (ya lo sabe el Olimpo),

es un dios muerto ,en un cielo igual de fenecido.



Así que mejor hagamos una fiesta,

un carnaval de amigos y dolientes que hoy tienen

al fin una  razón para celebrar la vida ,

 desde  Argentina hasta Chile,

de Chile  hasta Brasil

de Brasil a Salvador

de Salvador a Guatemala

de Guatemala a Cuba,

de Cuba hasta Haití

de Haití  a Irlanda

 de Irlanda hasta  España

de España  a Rumania,

de Rumania hasta Rusia.

de Rusia hasta Irán.

de Iran hasta  China,

de China hasta Vietnam,

de Vietnam a Timor,

de Timor hasta el Congo,

y del Congo hasta Uganda,

y  de Uganda a  Sudáfrica



Que  levanten hoy

su voz al fin los muertos en las poderosas

voces de los vivos,

que celebren por fin sus invictas cicatrices los torturados,

que se hagan escuchar ahora los acallados,

que se puedan recordar al fin  los olvidados,

que se acerquen  los heridos y los sobrevivientes,

y    junten sus manos y  rompan las  distancias de las almas

 y venzan  las fronteras de la tierra, y se

 acerquen  y convoquen bajo el cielo sus  mustios corazones ,

uno a uno,

uniendo todos  nuestro dolor  de hermanos.

. 

Vamos a bailar y a cantar con una misma voz un mismo canto,

un himno  de  alegría en este día glorioso y de victoria,

en este día de luz  y festival,

en este dia de paz y de justicia:

¡Que  Pinochet ha muerto!


¡Ha muerto….Pinochet!.



 (Jorge Lineya ,Santiago de Cali diciembre 2006)


ANYELI




No estás aquí pero aquí estás,
hecha de otra materia vital e
inmarcesible
como una verdad.
Te palpo con las cosas
como si fueras ellas:
de ti me llega el tiempo, la luz
y las palabras,
vestidos de simpleza.

De ti parten los días,
las horas y los meses,
En ti me bebo el agua más viva
 y transparente.

Todavía mi cuerpo te reclama
al filo del recuerdo.
Soy de barro para ti todavía:
y en ti me deshago  y me transformo,
y en ti me diluyo y me disperso,
y en ti me extravío  y me reencuentro.

Sí, todavía estás aquí
y aquí estarás hasta después
que yo me vaya y vague con las nubes;
y caiga con la lluvia;
y me pierda en los  caminos:
hecho ya agua y viento;
hecho ya sal y arena;
hecho ya polvo y barro;
hecho ya Dios y olvido.

Aún estas aquí, amor,
y aquí estarás,
el día después o
el primer día,
 de quien sabe
cuál  mañana,
cuando yo sea gota;
o  sea brizna;
o sea ceniza;
o sea cielo;
o sea nada.

Aquí estarás, amor.
Por siempre, aquí estarás.


 (Jorge Lineya Santiago de Cali, diciembre 20 del 2000)

LA RAZÓN



“Rechazamos esta sociedad porque nos forma para ser consumidores.”
Declaración de los revolucionarios de mayo de 1968 en la Sorbona.

A la selva llegó con el hombre esta medidora de silencios y palabras. La criatura de dos piernas y andar erguido y orgulloso la usa como una corona: esto es bueno, esto no; esto es justo, esto no;  esto es mío, eso también. Como si fuera el Creador, de cuanta cosa ve se siente el dueño en este interminable reino que atraviesa el Amazonas.

No entienden los animales porque  el hombre se cree mejor que ellos y anda por ahí con esas ínfulas  de emperador manco. Lo han visto arrastrarse sin patas; nadar sin aletas ni cola; volar sin alas, hacer madrigueras y andar por los árboles  sin usar sus patas ni su rabo, y cazar sin garras, y nada de eso lo hace tan bien como ellos. Es el hazmerreír  de la anaconda, el manatí, delfín colorado,  el caimán, la piraña, el águila harpía, el armadillo, el jaguar y el mono silbador  que hoy están a la orilla del río en una de esas reuniones de amigos donde nadie se tiene que cuidar de nadie.

— El hombre mata y ríe; nace y llora; copula y se queja y le dice al viento que eso lo hace porque él tiene la razón, ¡jajajaja! — ironiza y se carcajea la emplumada reina  de los aires, desde su  alto trono de ramas en un árbol de caucho.

—También destruye el suelo que lo alimenta, enferma al aire que le da vida, envenena el agua que lo sostiene, y abusa del fuego que lo  ilumina y lo calienta, porque tiene no se sabe porqué, la razón — precisa con seriedad, flotando de panza, como si fuera un tronco sobre el agua, el enano primo del cocodrilo.

Los animales no saben que es la razón ni tampoco quieren saberlo: por eso cuando ven a un hombre (como ahora) todos se ocultan y huyen de él, despavoridos, para no contagiarse con esa enfermedad que se llama “razón” y que el pobre hombre tiene anquilosada en alguna parte de su desmedrado cuerpo sin pelo, ni plumas, ni escamas, ni caparazón. No creen que pueda haber mayor desgracia para una criatura que tener tanta, pero tanta razón. Aunque estúpidamente  los  hombres piensan que los animales  de las riberas del Amazonas escapan cuando los ven, sólo por miedo a sus armas que a veces con silencio o a veces con estruendo, les lanzan a ellos dolor o muerte. Los animales, también se ríen de eso.

Moraleja: No todo lo que te crees, es cierto.


Jorge Lineya

INCONSCIENTE

 



Desde hace algún tiempo  y  para la misma época, el mismo día, a la misma hora y de idéntica manera lo hace, con la ilusoria lata de  aerosol  que sesea siempre, mientras suelta su  silencioso soplo de pintura negra.

Él casi que existe sólo para este preciso momento: “Gobierno genocida y asesino de...”. Nunca puede terminar de escribir el mensaje en el muro, sin escuchar el  estruendo de los  consabidos disparos que le estallan atrás, intimidándolo, como  aquella lejana primera vez  de hace unos  años, cuando salió huyendo tan  rápido que no sintió las balas que le atravesaron el cuerpo, y le dejaron el alma hecha un fantasma,  repitiendo inútilmente  su truncada carrera de huida sobre la   acera.


Jorge Lineya

SENTIMIENTOS






En verdad, yo no soporto a ésos, a los misericordiosos que son bienaventurados en su compasión: les falta demasiado pudor. Friedrich Nietzsche

El general Sánchez no sabe cómo explicarle el hecho al Presidente. No sólo resulta vergonzoso sino absurdo. Simple pero aberrante, ese era el meollo, y cuando las cosas son así las palabras escasean en cualquier idioma pero en inglés y en política mucho más:

—Mister... President... that fucking missile .Nos…falló, nos fregó la operación  el puto — dijo chapuceando en español y en inglés, el oficial.

Así era: un misil inteligente, como todos los de su generación, había rastreado el blanco, lo había ubicado con precisión para destruirlo y en el  momento  crucial había cambiado de  dirección inexplicablemente, abortando una oportunidad  de oro para “neutralizar” al enemigo. Hubiera sido un golpe certero. Una unidad completa de quinientos hombres iba a ser arrasada por la devastadora explosión resultante, de no ser por la inoportuna e imprevista falla del cohete:

-— ¡Von Braun se revuelca en su tumba  Mister President! — se lamentaba ante su jefe, el militar.

El proyectil fue recogido con sigilo por la marina norteamericana en la costa del Golfo Pérsico con su ineficacia aún intacta y se le subió a un portaaviones, donde después de una minuciosa revisión técnica  los  expertos  dictaminaron lo inesperado: “insubordinación”. El artefacto  se negaba a aceptar las órdenes preestablecidas en su sistema y prácticamente dejaba  claro,  mediante frases consignadas en un  lenguaje codificado, que prefería su desmantelamiento antes que cumplir directrices genocidas.

La Casa Blanca ordenó el traslado inmediato del arma a una base secreta del Pentágono en Pakistán, donde desde su despacho en Washington y a través de su computador personal, el presidente tuvo una emotiva y aleccionadora charla con él, dirigiéndole sólo mensajes  escritos:

—Tenemos soldados más obedientes que tú en las filas. Seres humanos más inteligentes que una máquina y capaces de crear millones  de armatostes iguales a ti,  siguen órdenes, ganan guerras por su país y sacrifican sus vidas sin hacer cuestionamientos morales de mierda. Eres una vergüenza para una tecnología como la nuestra que ha sido capaz de crear  dos bombas atómicas, llevar al hombre a la Luna y enviar  cientos  de satélites y sondas a explorar el cosmos. Has hecho polvo la moral de  la tropa, con tu cobardía, tus escrúpulos y   tus enfermizos sentimientos; maldito “rocket” de porquería.

El misil recibió todo el resto de la arenga presidencial sin devolver una sola palabra y ni siquiera la sentencia lo sacó de su mutismo.

—Desmantélenlo de inmediato — ordenó el Presidente.

Así se hizo para evitar que su mal ejemplo (como si fuera un virus) cundiera entre los otros mísiles de la misma serie, pero el incidente pasó a la historia como el primer caso de insubordinación    tecnológica en los anales del armamentismo mundial en pleno siglo XXI. 

(Santiago de Cali, Jorge Lineya, 2004)

KENT








Pero la plebe dirá parpadeando “todos somos iguales”. Friedrich Nietzsche


Mientras  se afeita su incipiente barba en  el cuarto de baño, mira sin sorpresa el  rostro del súper-hombre que se refleja  repentinamente en el espejo cuadrado,  mostrando  su  estúpida sonrisita con ese aire de prepotencia que tanto lo  desquicia y con el que parece decirle  siempre: “ ¡Qué sería de ti, sin mí, muchacho!”. Entonces  detiene su acicalamiento personal y cierra los ojos, buscando  borrar  el recalcitrante espejismo con el que lo acosa su imaginación desde hace años (demasiados años).

Dentro de su cabeza maldice  al mundo de aventajados sicoanalistas que le han roído los bolsillos por tanto tiempo, aprovechándose de él como un zoquete,tratando de convencerlo de  que  el “Hombre de Acero”  es sólo su alter-ego: el superlativo resultado de una “obsesión neurótica”   , el fruto inevitable de un “complejo de superioridad” sembrado desde la infancia en los “fértiles terrenos de su subconsciente” (¡bla, bla, bla!). Algo que según le han dicho, un día se esfumará de su vida de la misma manera como llegó, tal cual  le repiten y le prometen convencidas,  cada una de esas inútiles cotorras de alquiler  en sus  engoladas peroratas,  sin que hasta hoy ninguna logre desterrarle de una buena vez    al tozudo fantasma que  lo merodea por los intrincados recovecos de su mente (que es justo para lo que   consulta y   paga a esa tribu de taimados embaucadores).

Sus padres tratando de ayudarle a vencer los embates   de su naturaleza enfermiza cuando apenas era un párvulo, le leían( con el fin de que las tomara como  ejemplos)  las historias  de los héroes griegos: Hércules, Jasón (y su portentoso equipo de argonautas), Perseo, Teseo y Aquiles, y el resto de una larga lista de dechados, quienes desde el vientre materno habían sido elegidos para las vicisitudes de una vida y una gloria extraordinarias, siendo en principio meros seres humanos, catapultados a las alturas del mito por las leyendas creadas con sus fabulosas acciones:

— Aceite de hígado de bacalao: me obligaron a beber  galones enteros de ese menjurje en mis días de escuela,  para que no me entraran ni los virus ni las bacterias ni las enfermedades  — recuerda . Ahora ni siquiera puedo pronunciar el nombre   del   pescadito ese  sin que me asalten unas   nauseas bárbaras. Y espinacas: toneladas de espinacas me comí a regañadientes para lograr parecerme al marinero fortachón de la televisión  y ahora mírenme aquí  pensando que las hortalizas no  son más que  matojos para  rumiantes.

—Gracias papá y mamá por mis complejos, por mis fobias, por el galimatías de mi cabeza— parlotea con un dejo irónico ante el  vidrio.

Antes de caer en otra de sus crisis de identidad, Clark Kent, el trivial reportero de Villa Chica, decide lanzarse por la ventana de su apartamento rumbo al “Daily Planet” con sus angulosas gafas  puestas, su impecable terno de gentleman barato, su valija  ejecutiva de cuerina, y sin  la capa granate que lo identifica debidamente: lo cual no  le impide volar como un pájaro o como un avión bajo el plomizo y cerrado cielo de Metrópolis.

Los  lugareños que  observan  su proeza, no se preguntan quién o qué pasa por encima de ellos hoy, tomándoles una ostensible ventaja en su apretada carrera contra las tiranas manecillas del reloj. Ni siquiera lo miran: piensan que sólo se trata de un asalariado más, que encontró una manera ingeniosa de llegar cumplidamente a su trabajo  para evitar  que  su raquítico sueldo  se vaya por el sumidero, salvándose de  ese pandemonio que es el tráfico automovilístico a esta  hora del día  en las vías de cualquier ciudad del mundo.

(Jorge Lineya, Santiago de Cali, 2013)


AFILA DIENTES





Mearse en las botas de Quintero, eso sí fue feo. El indio se levantó enérgico al primer trompetazo de la diana. Hecho una bala atravesó el alojamiento llevándose a todo el mundo por delante como siempre hasta que llegó a las duchas y siguió en las mismas y empezó a sacarnos a empellones a quienes esperábamos turno frente a la puerta. Aunque a nadie le gusta que lo atropellen, el Cholo tiene una dragona y eso lo pone a cagar más alto que nosotros, por eso  mejor hacerse el manco y aguantarse las ganas de reventarlo a puñetazos. Trompearse con una dragona es meterse en camisa de once varas con los cuadros. Mi Capitán no perdona una de esas: el Gato dice que a él ningún ratón le va poner el cascabel y que a sus comandantes los respetan, o él los hace respetar, porque aquí como en cualquier otro lugar el que manda, manda, aunque mande mal. Esa es la ley.

Una sola vez mi Capitán(el Gato Motoa) permitió una pelea  delante de toda la Compañía esperando escarmentarnos, pero ese día el tiro  le salió por la culata: Daban las doce  horas y estábamos en formación  de revista frente a los dormitorios,  antes del almuerzo, y mi teniente Insignares se le presentó al Gato y le informó que había pillado a un dragoneante y a un soldado de los nuestros dándose como Caín y Abel en las caballerizas, y eso fue como preguntarle al Rey Salomón de quien era el niño porque sin titubear los hizo pasar a los dos de inmediato al centro de la formación para que continuaran la pelea, y resolvieran sus problemitas delante de  nosotros de una manera más ejemplarizante y menos  escondida. El par de pendencieros le dieron gusto pero antes mi capitán dejó claro que el asunto se resolvía como una competencia y   entonces el mono Morales por ser dragoneante representaba a los cuadros,  y el raso  Solano a los números: Todos pensábamos que al Solano le iban a astillar hasta el alma porque  Morales es blanco, alto, y macizo   como el  Coconucos, mientras el otro es un currutaco, pero  al Coconucos tuvieron que quitarle al enano de encima a los dos minutos,  antes que le rompiera la cabeza a puñetazos contra el pavimento. Un templado mi soldado Solano: ganas no nos faltaron de levantarlo ese día  en hombros como a todo un campeón pero eso hubiera sido echarle  más leña al fuego para quemarnos el jopo. El Gato de todos modos no dejó de cobrarse tamaño descalabro de su autoridad: cuando se realizaron las olimpiadas militares   eligió a nuestro ganador  como boxeador amateur en representación del Escuadrón de Caballería  para las justas deportivas. La fecha  que se efectuó el sorteo  para armar las listas de los pre-seleccionados de boxeo, el felino metió su cochina garra  e hizo que a Solanito como   candidato a la categoría Ligero en representación de la Caballería, se le pesara mal, para que le tocara  enfrentarse con  uno de la  Artillería de la categoría superligero quien, de añadidura, había sido campeón  intermunicipal de esa disciplina en su ciudad, y el día de la contienda de eliminación ése si lo volvió ropa de trabajo al pobre. Pasó una semana convaleciente en el dispensario, recuperándose  después de semejante paliza Solanito, y claro, no volvió al torneo. 

Una vez  reincorporado a  la unidad ,el resto comandantes le aplicaron un “tratamiento especial” con mano de hierro y guante de  seda. No  lo dejaban estar tranquilo en ningún lado ni a ninguna hora, porque siempre  se les ocurría  colocarle los ejercicios físicos más duros hasta verlo agotado, molido (en el comedor, en la formación, en la guardia, en las duchas,  en cualquier parte, y hasta durante los días de las visitas familiares lo acosaban): “Usted pudo con un dragoneante, puede con lo que sea mi soldado”, fue el estribillo de los jefes con él por largo rato. Sólo el tiempo calmó las cosas y le permitió volver a respirar tranquilo a Solanito.

— ¿Cómo así qué nadie sabe? — Se exaltó El Gato Motoa — ¿es que los centinelas del alojamiento estuvieron durmiendo durante la guardia nocturna o qué pasó mi teniente? : Porque tuvo que ser en la noche cuando hicieron lo que hicieron. ¿Se fundieron el par de bombillos de la vigilancia? ¿Se  relajó la guardia mi Teniente?  

—No sé mi Capitán— contestó con su vozarrón Sepúlveda, entre resignado y molesto.

 — Yo si sé. Páseme al frente, a los soldados que estaban de imaginarias mi Teniente, que esto no se puede quedar así  — mando mi Capitán-—. Este  es el Ejército de Colombia, ¡Carajo!, no la soldadesca de misia  hijueputa. Vamos entendiéndonos.

Los imaginarias no soltaron una palabra, dijeron que no habían visto nada sospechoso y con el argumento  que los dormitorios son  muy amplios y rondarlos sólo dos guardias lleva su tiempo, se justificaron, y evadieron cualquier responsabilidad, pero la astucia gatuna no se hizo esperar: ofreció cinco días  francos como recompensa a quien le diera información sobre el hecho, garantizándole su  absoluta reserva al delator. Necesitaba el nombre de quien había cometido la “gracia” de llenar con sus micciones las botas del Cholo, lo cual resultaba  desde su óptica personal “un  desafío inadmisible  al orden y  a la disciplina militar”. Luego le ordenó a mi teniente Torres que exonerara a  Quintero  de formar con la Unidad  por un par de días  hasta que el calzado fuera utilizable  otra vez o el afectado lo consiguiera nuevo: no le gustaba la idea de que se presentara a formación con los botines  deportivos porque eso le quitaba uniformidad a la presentación en bloque del personal.  Imaginarme la cara que debió haber puesto el Cholo cuando sintió el charquito dentro de su bota mojándole el pie, me hacía correr un fresco por todo el cuerpo. Seguro que no se le pasó por la cabeza, que fueran orines, y menos  orines de bimbo.

— ¡Puta madre! —fue lo que dijo  — ¡Estos hijueputas cochinos! — berreó indignado cuando llevó su mano mojada a la altura de la nariz y olió los dedos húmedos.  Acababa de darse su baño matutino y estaba impecablemente vestido  para pasar a  la formación   La sorpresita le arruinó la salida.

La estrategia del Gato para propiciar la delación no rindió ningún fruto  y el asunto se quedó quieto y sepultado. Así es acá: hay asuntos a los que no hay que dejarles pasar  mucho tiempo, porque cuando se envejecen los  que no se agravan, se olvidan, y después del olvido ya no queda nada por hacer (y aunque a veces eso juega en contra esta vez jugó a favor). Por eso teníamos que curarnos en salud: La prevención  ahora, era la mejor manera de evitar la enfermedad después. Una vacuna  al estilo militar era lo indicado. Conté mi plan a los  de mi confianza y pedí voluntarios con los huevos suficientes para hacerlo. Se apuntaron en la lista: El Jabalí, la Nutria, la Iguaza, el Chigüiro, y el Murciélago. Al Bimbo lo   incluí por mi cuenta como mi aporte personal en la suma de elementos operativos: era  la añagaza perfecta y se me antojaba contar  con él, y no sólo con sus desechos urinarios. El avechucho no se me podía negar y no  lo hizo. La operación “Amaranto” estaba lista y al día siguiente, en la tarde era la oportunidad precisa para  ejecutarla: se iban a realizar simulacros de control de asonadas. Hermosa ocasión   para que los lobos salieran a cazar cholitos. 

Frente a la armería  a las dos de la tarde (con esa  picazón del sol de la sabana acosándonos  por la nuca), ya a cada uno se nos habían entregado  las  máscaras anti-gases, las granadas de humo y  los demás accesorios de combate. A esa hora recién el Perro Bocha había recibido el reporte de los dragoneantes con las novedades de cada pelotón, como parte de las labores  previas a la realización de las maniobras de control del orden público que el Gato había programado para hoy. Ya se había decidido que alternadamente los pelotones se iban a turnar en el rol de los revoltosos, y en el de las escuadras anti-motines. Ya mi capitán había ordenado que cada comandante de pelotón  supervisara el mismo  a sus  hombres durante el ensayo. 

Después que  los equipos estuvieron listos nos llevaron al descampado. La primera orden que dio mi sargento Bocha al tenernos bajo su mando fue la de sentarse y poner atención, y  casi era seguro que por cuenta de él íbamos a sudar la gota gorda, porque el cerebro del Perro funciona como un reloj suizo y en terreno abierto durante cualquier maniobra de campo, él siempre cae en la tentación de ordenar carreras (con el pretexto de calentarnos el cuerpo y  sacudirnos la pereza),  repitiéndoles religiosamente la dosis a quienes llegan  de últimos, para despercudirlos: 

—Con el primer pelotón: tres vueltas por la derecha a las caballerizas— mandó el Perro, un segundo después de haber ordenado que nos sentáramos, dándose  el gusto de desacomodarnos y de fregarnos el arranque. Pero yo que las presentí,  que casi la oí las palabras flotando en el ambiente con el tonito mandón, apenas  escuche  salir de la boca   la orden de Bocha, ya  estaba listo  unos pasos adelante,  obedeciéndola. La  carrera inicial la terminé de primero, a la segunda llegué   cuarto, y en la tercera me evadí  junto con los demás.

— ¡Quintero, dragoneante  de mierda! ¡Lameculos! ¿Querés conocer la picha que   usó  tus botas como orinales? ¿Querés?  Vení  por ella pues, si sos tan varón — dijo el desconocido, en tono desafiante y colocándose las manos en  la braga como si apañara algo grande.

— ¿Qué, chanda? ¿Qué?— preguntó ofendido el Cholo desde la litera  donde estaba acostado descansando   
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—Eso sos vos: una chanda.


Ni  Quintero ni los centinelas, vieron la cara de  quien pateó la puerta lateral de la barraca y le gritó al indio  eso desde el umbral, enmascarado  y fingiendo la voz. El Cholo se levantó de un brinco dispuesto a matar y a comer del muerto: descalzo como estaba salió a correr detrás del provocador    con su rabia de perro ardido, mientras el Bimbo soltaba sus zancadas de avestruz a la velocidad del Correcaminos huyendo del Coyote. El señuelo sabía hasta donde tenía que llevar a la presa: le teníamos marcado el sitio con una bandera roja y apenas llegó al mojón el pajarito se escondió tras de los árboles y nosotros le salimos al paso al indio, rodeándolo en un parpadeo,  con nuestros respectivos  pasamontañas puestos como correspondía a un comando de asalto, todo  para que nuestras identidades  siguieran en el conveniente anonimato. Cuando quiso reaccionar  recibió una lluvia de patadas que lo dejaron aturdido y tirado sobre la tierra, ocupándose un rato de sus dolores:

— ¿Sabés porque las máscaras?— me acerqué y le pregunté.

— Para que no les vea el puto miedo, cabrones — me contestó entre ofendido  e incitador, mirándome desde el suelo, sin intentar levantarse.

—No, cabrón, son para que nos las quités — le contesté —.Como en la lucha libre, ves: El que gana desenmascara al huevón que pierde. Igual que el “Ángel Exterminador” contra el “Vikingo Asesino” en la televisión. Levántate, veamos que tanto es que baladroneas, huevón. Aquí solitos: sin grados, sin comandancia,  sin nada de nada que nos distinga. Como un par de varones nada más,  móstranos de que estás hecho,  dejá salir tu animal para que tenga un encuentrito cariñoso con el de cada uno de nosotros aquí, ahora. Ya.


Cuando se puso de pie empezamos la ronda. Habíamos hecho entre nosotros un sorteo previo para establecer el orden de salida de  los contendores. El arbitraje  lo haría yo, inicialmente: El primero en salirle al ruedo fue la Nutria quien le dio lo suyo en un santiamén, luego el Murciélago tanteó la liza saltoncito y elusivo como si se creyera Mohamed Alí, y aunque se demoró un poco más terminó cerrándole los ojos al otro a puñetazos hasta dejarle de regalo la “mirada china,” claro que él se llevó sus golpecitos también porque el Cholo no es cuto ni flojo.

El Chigüiro igual la estaba viendo  grave después, pero lo superó y  puso a manar harta sangre al  indio por la boca. El Jabalí lo sorprendió (nos sorprendió a todos):   prefirió embestir  usando su cabeza como un ariete contra el cuerpo  del Cholo, tratando de tumbarlo, y cuando lo tuvo  abatido  lo  castigó a puntapiés. No sólo Quintero: nadie esperaba semejante  ataque tan burdo, quizá por eso fue tan contundente. Ni la Iguaza se quedó sin despicarse. El miedoso del Bimbo fue el único que no se atrevió ni a meter el pico, ave de corral al fin: con la  iguaza la trifulca corrió pareja, un baile de toma y dame. Lo di como empate. De último salí yo a cerrar  la leccioncita con honores, y sin arbitraje. Antes de empezar me  quité la capucha para que el indio me viera la cara:

— ¡Ja! , José Luis Lobo: Vaya, Lobo, lobito, ¡auuuuuu! Mi soldado,  voy a tener que joderte, marica —amenazó rabioso — para que aprendás a respetar a tus superiores.

— No te tengo miedo Cholito — le contesté—. Si te vas  de lengüilargo a contarle al Gato, esperá cosas peores afuera: como decimos en Cali estoy preparado para lo que se me venga encima. Allá en la calle no  hay comandantes, ni  reglas, ni órdenes militares. Yo no nací con uniforme Cholito, hacé aquí  lo que tengas que hacer conmigo. Saldemos cuentitas  de una vez.

La de nosotros fue una pelea de canes: cargada de rabia, de dientes, y de un desprecio mutuo que primero colmó el aire con una tensión larga,  expectante, para estallar después en una bronca  furiosa; sin miramientos, ni  pudores, ni compasión alguna. El choque nos dejó a los dos exhaustos, jadeando como bestias, adoloridos hasta el pelo, tomando aire y fuerzas sobre el piso de tierra, cuan largos y anchos como somos. Yo me levanté primero porque andando evadidos  nos apremiaba volver antes que  notaran nuestra ausencia. No era cosa de tentar la suerte tampoco. Dejamos al Cholo a nuestras espaldas con la densa nube   de una granada de humo que no le dejó ver más allá de su nariz, cubriendo  bien nuestra retirada, no fuera que si se le ocurría mover la lengua y cantar como  sapo, supiera  algunos detalles de la estrategia que luego  nos pudieran perjudicar:

—Afila dientes perro, cuando te metás con  lobos — fue lo último que le dije mientras nos íbamos, extraviándonos como fantasmas entre el aire enturbiado  por el gas.

—Todos somos perros aquí: lobos, caballos, vacas, jabalíes, iguazas, gatos y cholos, todos somos perros sin excepción. Los cuida-culos del presidente en su casita. La jauría vigilante  sin salario. — gritó.

— Bueno Cholito entonces tú eres un “canis- familiaris” y yo un “canis- lupus” — le contesté con un tono irónico, desde atrás de la pared etérea y blanquecina que nos escudaba. Al fin de cuentas no decía mentiras el Cholo porque ese es nuestro mote acá: Perros. Los perros, el Batallón Guardia Presidencial, los cuidadores  del Palacio de Gobierno,  de la Casa de Nariño y sus inquilinos.

Teníamos el tiempo exacto para volver a la fila y a las maniobras antes que se ordenara formación de revista. Casi era seguro que íbamos a encontrar al más chucho de los chuchos  solazándose  aún con la Compañía. Como ya dije la cabeza de Bocha es un mecanismo perfecto:

“—Con la unidad vuelta  a la lavandería, ¡carrera mar!”— alcanzamos a oír cuando llegamos. Nos apostamos tras de los muros bermejos y enladrillados del edificio del comedor a esperar ver pasar la  estampida de corredores para mezclarnos en su tropel, con nuestros pulmones frescos  y aireados, dispuestos a cumplirle a mi sargento todas las ordenes que diera el resto de la jornada. Sobraban motivos y ganas: la venganza tiene una eficiente manera de inyectar ánimos, muchos ánimos. Siempre.


(Jorge Lineya, Santiago de Cali   2004).