Desde hace algún
tiempo y para la misma época, el mismo día, a la misma
hora y de idéntica manera lo hace, con la ilusoria lata
de aerosol que sesea siempre, mientras suelta su
silencioso soplo de pintura negra.
Él casi que existe
sólo para este preciso momento: “Gobierno genocida y asesino de...”. Nunca
puede terminar de escribir el mensaje en el muro, sin escuchar el
estruendo de los consabidos disparos que le estallan atrás,
intimidándolo, como aquella lejana primera vez de hace
unos años, cuando salió huyendo tan rápido que no sintió
las balas que le atravesaron el cuerpo, y le dejaron el alma hecha un
fantasma, repitiendo inútilmente su truncada carrera de
huida sobre la acera.
Jorge Lineya
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